jueves, febrero 22

El presente

Hoy no tengo


necesidad de escribir………..


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El barco ebrio

Al tiempo que bajaba por ríos impasibles,
Sentí que no me guiaban los hombres a la sirga:
Aullantes pieles rojas, tomándolos por blanco,
Los clavaron desnudos en postes de colores.

Portador de algodón inglés, trigo de Flandes,
Sin pena me tenían todos los tripulantes.
Cuando acabó aquel ruido a la par que mis hombres,
Me dejaron los Ríos marchar adonde quise.

Entre los chapoteos de la mar encrespada,
Yo, el invierno pasado, más sordo que el cerebro
De los niños… ¡bogaba! Penislas a la vela
Nunca experimentaron barullos más triunfantes.

La tempestad bendijo mi despertar marino.
Más ligero que un corcho bailé sobre las olas
(Eternas trajineras de víctimas las llaman),
¡Sin añorar, diez noches, a las bobas farolas!

Más dulce que manzanas agrillas para un niño,
Impregnó el agua verde mi cascarón de abeto
Y me lavó las manchas de tintorros y vómitos,
Dispersando el timón y el áncora de brazos.

Y desde entonces bogo inmerso en el Poema
De la mar, infundida de astros, lactescente,
Tragando verdes cielos por donde a veces baja,
Cuerpo arrobado y pálido, un muerto pensativo;

Donde, tiñendo súbitos azules, desvaríos
Y ritmos lentos bajo el rutilante día,
Más fuertes que el alcohol y más que nuestras liras,
¡Fermentan las amargas rojuras del amor!

Sé de cielos que rompen en rayos, y de trombas,
Resacas y corrientes; sé también del ocaso,
Del alba entusiasmada cual tribu de palomas,
¡He visto varias veces lo que ver cree el hombre!

¡Vi al sol poniente, sucio de místicos horrores,
Iluminando vastos coágulos violetas,
Y lejos, cual actrices de antiquísimos dramas,
Olas rodando al paso su temblor de postigos!

¡Soñé la verde noche de nieves deslumbradas,
Beso que asciende lento hasta los ojos mismos
Del mar, circulación de savias inauditas,
Y aviso azul y gualda de los cantantes fósforos!

¡He seguido por meses, como a piaras histéricas,
Embates de mareas contra los arrecifes,
Sin pensar que los pies de luz de las Marías
Domar pudieran morros asmáticos de Océanos!

¡Creánme que he tocado increíbles Floridas,
Donde ojos de pantera con piel de hombre a flores
Se mezclan! ¡Y arcos iris bajo el confín marino,
Tensados como bridas para glaucos rebaños!

¡He visto fermentar vastas marismas, nasas
En donde un Leviatán entre aulagas se pudre!
¡Avalanchas de aguas en medio de bonanzas,
Distancias que se abisman como las cataratas!

¡Soles de plata, heleros, alas de nácar, cielos
De brasa! ¡Horribles pecios engolfados en simas
Donde enormes serpientes, comidas por las chinches,
Con negro aroma caen desde torcidos árboles!

Quisiera haber mostrado a los niños doradas
De agua azul, esos peces de oro que salmodian.
–La espuma en flor meció mis salidas de rada
Y vientos inefables me alaron por instantes.

A veces, mártir harto de polos y de zonas,
La mar cuyo sollozo mi vaivén suavizaba,
Me subía, de amarillas ventosas, sus corolas
Brunas, y, cual mujer, de hinojos me quedaba...

Penisla que columpia en sus riberas guano
Y querellas de pájaros chillones de ojos rubios,
Yo navegaba, mientras por mis frágiles zunchos
¡Ahogados con sueño andaban para atrás!

Así, barco perdido entre pelo de ancones,
Lanzado por la tromba en el éter sin aves,
Yo, a quien acorazados o veleros del Hansa
No le hubieran salvado el casco ebrio de agua;

Libre, humeante, envuelto en brumazón violeta,
Yo, que horadaba el cielo rojizo como un muro
Que sostiene, jalea exquisita gustada
Por el poeta, líquenes de sol, muermos de azur;

Que corría empañado de lúnulas eléctricas,
Loca tabla escoltada por negros hipocampos,
Cuando julio derrumba, a grandes garrotazos,
Cielos ultramarinos en ardientes embudos;

Que temblaba al oír, gimiendo en lontananza,
Los Behemots en celo y los densos Maelstroms,
Hilandero perpetuo de quietudes azules,
¡La Europa de los viejos parapetos, yo añoro!

¡He visto siderales archipiélagos, islas
Cuyo cielo en delirio se abre al bogavante!
–¿Son noches abisales en que exiliado duermes,
Oh tú, Vigor futuro, millón de aves áureas?–

¡Cierto: mucho he llorado! El alba es dolorosa.
Toda luna es terrible, y todo sol, amargo.
El agrio amor me hinchó de embriagantes torpores:
¡Que mi quilla reviente! ¡Que me hunda en la mar!

Si algún agua de Europa deseo, ésa es la charca
Helada y negra donde en tardes perfumadas
Un niño encuclillado, hondo en tristezas, suelta
Un barquito muy frágil, mariposa de mayo...

No puedo, marejada, inmerso en tu apatía,
Escoltar ya el aguaje del barco algodonero,
Ni traspasar orgullos de banderas y grímpolas,
Ni nadar a la vista atroz de los pontones.

"Soneto de las Vocales"

A negra, E blanca, Y roja, U verde, O azul: vocales,

algún día diré vuestro origen secreto;

A, negro corsé velludo de moscas relucientes

que se agitan en torno de fetideces crueles,

golfos de sombra; E, candor de nieblas y de tiendas,

lanzas de glaciar fiero, reyes blancos, escalofríos de umbelas;

I, púrpura, sangre, esputo, reír de labios bellos

en cóleras terribles o embriagueces sensuales;

U, ciclos, vibraciones divinas de los mares verduscos,

paz de campo sembrado de animales, paz de arrugas

que la alquimia imprimió en las frentes profundas;

O supremo clarín de estridencias extrañas,

silencio atravesado de Angeles y de Mundos;

O, la Omega, el reflejo violeta de sus Ojos!

J. N. Arthur RIMBAUD
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miércoles, febrero 14

En demasía opuesta a mi alcance

Opuesta a mi alcance, contemplo con pleitesía un cielo intenso teñido del néctar dulce que brota de la vida, las nubes giran despacio configurando una imagen siniestra, figura macabra desvanecida en un instante dejando contornos agraciados y llenos de espirales, ¡Oh! magníficos instrumentos de la dicha, caminan ligeros sin tener prisa por morir, alrededor suyo empieza a teñirse de rojo el firmamento, el sol desprende parte de su ser para confundirse con la imagen repleta de brillo.

Mis ojos intentan comprender lo que sucede, sin embargo deciden nublar mi visión. Tengo frente a mí la ausencia plena de colores y/o diademas sonoras, la mirada intenta sin éxito dirigir mis pasos hacia un abismo, la delgada pared del tiempo espera por mis huesos para que formen un rizo en el fondo del barranco sintético.

Flotar esta permitido cuando se cruza la línea de la locura, coleccionar recuerdos parece necesario, urgente es la necesidad de volver a sentir la danza de colores que crece sobre el horizonte; la luz que habita en mis ojos se alarga mas allá de mis ideas, ahora es parte de una nube que colisiona con la canción improvisada por las risas de los días que ven nacer en la penumbra su momento de reposo; corrigiendo constantemente la postura flotan en completa libertad mis recuerdos, mi memoria y el porvenir que quiero diseñar. Inundan mis líneas gotas de lluvia recién formada, tonos amarillos y rojizos empiezan a confundirse con mi cuerpo, convierten mi sangre en el alimento del cielo creando en el firmamento un ocaso perfecto, tiñendo la tierra de colores intensos, vida extendida hasta las profundidades de los mares, las cavernas adquieren un poco de ese aliento, en sus entrañas crecen ríos luminosos que consiguen alargar la vida hasta esos rincones ajenos al silencio.

El ser fuente de vida es una idea que traspasa las nubes en que estoy disuelto, ser portador de la belleza del mundo configura en mi mente una nueva forma de contemplar el mundo, del universo y hasta de mi propio ser, la vida es demasiado intensa para ser en esencia parte de mi cuerpo.

El recorrido de este razonamiento empieza a desprender los signos de iluminación en mi ser, sin dolor aparente se alejan en silencio los tintes amarillo intenso y rojo ardiente que sentía en el cielo. Mientras el sol escondía su imagen ante la presencia de mi mirada despierta.

Se tiñen de gris las horas tranquilas, el color de la tierra se confunde en mis manos cuando empiezo a despertar, acompañado del sonido de mi corazón en latido lento abro los ojos para ser testigo de la llegada de la noche clara y tranquila.

lunes, febrero 5

Sin preguntas

























Simplemente me parece extraño el comenzar de los días, extraña a la vista todas las ideas que pretendemos concebir y porque no decirlo que queremos entender.

se puede entender que exista

entre las olas nocturnas una estrella

se puede condensar en algunos días

la idea que consume el cielo

puede existir un solo latido en el transcurso del día,

es condescendiente el brillo de una mirada con el vacío de un iris

no es concebible.


Las ideas mezcladas no me resultan nada difícil de asimilar, es más me parece que es necesaria su presencia para poder seguir respirando sin pretender ser alguien que merezca un aplauso en el teatro.

como puede cambiar

de curso una palabra

puede ser sencillo,

indescifrable de explicar lo que se esconde

pretender existir


cuando las palabras no encuentran el momento

exacto para describir

solo se puede contemplar el firmamento teñido de azul en una marea roja.

principio

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CANTO A MI MISMO (fragmento)

Me ha tocado en suerte, lo sé, lo mejor del tiempo y del espacio;
nunca he sido medido y no seré medido jamás.
El viaje que emprendo es eterno (¡que todos me oigan!).
Mis signos son un capote contra la lluvia,
fuertes zapatos y un bastón cortado en el bosque,
en mi silla no sestean los amigos,
No tengo cátedra ni iglesia ni filosofía,
No llevo a ningún hombre a una mesa puesta,
a la biblioteca, a la bolsa, pero a cada uno de vosotros,
hombre o mujer, lo llevo a una cumbre.

Mi brazo izquierdo ciñe tu cintura,
Mi derecha señala los continentes y el gran camino.

Ni yo ni ningún otro puede andar por ti ese camino,
eres tú quien debe andarlo.

No queda lejos, está a tu alcance,
Quizá estabas en él desde que naciste y no lo has sabido,
Quizá esté en todas partes, en mar y en tierra.

Échate tus prendas al hombro, hijo mío, y yo traeré las mías y
apresurémonos;
Ciudades prodigiosas y naciones libres nos saldrán al paso.
Si te cansas, dame las dos cargas y apoya tu mano en mi
cadera,
Y a su debido tiempo me devolverás el mismo servicio,
Porque ya emprendida la marcha nunca descansaremos.

Esta mañana, antes del alba,
subí a una colina para mirar el cielo poblado,
Y le dije a mi alma: Cuando abarquemos esos mundos, y el
conocimiento y el goce que encierran, ¿estaremos al fin hartos y
satisfechos?
Y mi alma dijo: No, una vez alcanzados esos mundos proseguiremos
el camino.
Tú también me interrogas y yo te escucho,
Contesto que no puedo contestar, tú mismo debes encontrar la
respuesta.

Siéntate un momento, hijo mío,
Aquí tienes pan para comer y leche para que bebas,
Pero después de haber dormido y haber cambiado de ropa te beso
con el beso del adiós y te abro la puerta para que salgas.

Demasiado tiempo has perdido en sueños deleznables,
Ahora te quito la venda de los ojos,
Debes acostumbrarte al brillo de la luz y de cada momento de tu
vida.

Demasiado tiempo has vadeado, asido a una tabla en la orilla,
Ahora quiero que seas un nadador, que te arrojes al mar, que
reaparezcas, que me hagas una seña, que grites y que agites el
agua con tus cabellos.


Walt Whitman.

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