tanto
las palabras
se acumulan
no escapan
se detiene
en mi mente
atormentando
los recuerdos
imágenes
pasiones
vitalidad
no entiende
nadie
si existe
el tiempo
si existe
el momento
nada
es concebido
para curar
el dolor
del cuerpo
muerto
así cantaba
el muro
noche
de espacios
palabras
de alguien
en el desierto
..........................
si desean
pueden
borrar
el "nombre"
del
viajero
soy deudor
del mi
tiempo.
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1
El pagano adornó con la vida sarcófagos y urnas:
los faunos bailan alrededor; forman un grupo estridente
con el coro de bacantes; al soplar el cuerno sonoro,
el de la pata de cabra emite un sonido tosco.
Címbalos, tambores suenan; vemos y oímos el mármol.
¡Un revuelo de pájaros, qué bien le sabe al pico la fruta!
No los espanta ruido alguno, mucho menos espanta a Amor,
que disfruta de la antorcha entre la variada multitud.
Así somete la exuberancia a la muerte; y las cenizas de dentro
parecen, en la región silenciosa, disfrutar todavía de la vida.
Así, este libro que colmó de vida en abundancia
envuelve el sarcófago del poeta.
5
Acostado en la góndola pasaba entre los barcos
del Gran Canal, muchos de ellos cargados
con diversa mercancía para nuestras necesidades:
trigo, vinos y verdura, leños, así como arbustos ligeros.
Pasamos por en medio de los barcos
veloces como una flecha;
entonces un laurel perdido me rozó bruscamente las mejillas.
Yo exclamé: Dafne (4): ¿me hieres?
Más bien hubiera esperado una recompensa.
La ninfa susurró sonriendo:
los poetas no pecan mortalmente. La pena es leve.
30
He ensayado muchas cosas: dibujo, grabado en cobre,
pintura en óleo; he impreso también en arcilla varias figuras,
pero he sido inconstante, y nada aprendí ni llevé a cabo.
En un solo talento casi alcancé la perfección:
escribir en alemán. Y así echo a perder yo, desventurado poeta,
en el peor material, por desgracia vida y arte.
34a
Dioses, con frecuencia se declaran amigos del poeta.
Y le dan lo que precisa. No necesita grandes cosas, pero sí algunas.
En primer lugar una habitación acogedora, luego una comida
aceptable,
algo bueno para beber; el alemán entiende, como vosotros, del
néctar.
Una vestimenta decorosa y amigos para hablar con confianza,
por la noche una mujer amada que anhele de corazón estar con él.
Estas cinco cosas naturales las deseo antes que nada.
Denme además idiomas antiguos y nuevos,
para escuchar lo que hacen los pueblos y conocer su historia,
vuélvanme sensible a sus creaciones artísticas.
Denme prestigio ante el pueblo, influencia ante los poderosos.
Y todo lo que al ser humano le parece conveniente.
Les doy las gracias, Dioses: han formado al más feliz
de los hombres, puesto que de estas cosas me concedieron
una gran parte.
34b
Entre los príncipes de Alemania, el mío (11) es pequeño.
Su país es limitado y estrecho, apenas puede hacer algunas cosas.
Pero si cada uno aplicara su fuerza hacia adentro, hacia afuera,
qué gozo sería ser alemán entre alemanes.
Pero ¿por qué lo elogias?, sus obras y hechos lo pregonan.
Tu admiración puede parecer tal vez soborno.
Me ha dado lo que los Grandes raras veces conceden:
afecto, ocio, confianza, campos y jardín y casa.
A nadie le debo nada, sólo a él, y le debo mucho
porque, como poeta, yo entendía muy poco de ganancias.
¿Europa me ha elogiado? ¿Y qué me ha dado Europa?
Nada. He pagado muy caro mis poemas.
Alemania me imitó. Y Francia quería leerme.
Inglaterra recibió gentil al huésped trastornado.
¿De qué me sirve que incluso el chino pinte
sobre el cristal con mano temerosa a Werther y Lotte?
Ningún emperador preguntó jamás por mí, ningún rey
me hizo caso. Y sólo él fue mi Augusto y mi mecenas.
41
Brueghel confunde, demoníaco y sombrío,
la mirada indecisa, y entrelaza figuras
con una turbia arbitrariedad.
Durero trastorna también nuestro sano cerebro
con cuadros apocalípticos: personas y al mismo tiempo quimeras.
El poeta despierta gran curiosidad en el oído asombrado,
cantando esfinges, sirenas y centauros.
El sueño conmueve al hombre preocupado
cuando cree atrapar algo y avanzar,
pero todo transita inconstante.
De igual modo nos confunde Bettina contemplando
sus dulces miembros; pero nos llena de alegría
cuando camina con pie firme.
47
"¿Qué locura padeces, holgazán? ¿Por qué no te detienes?
¿Vas a hablar en todo el libro de esta joven?
¿Por qué no entonas un canto más sensato?"
Espera, cuando comprenda su oficio mejor que ahora,
cantaré a los reyes, a los grandes de esta tierra,
mientras tanto le escribo a Bettina; impostores y poetas
se parecen mucho, les gusta buscarse y encontrarse.
Johann Wolfgang von Goethe
Epigramas
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