jueves, octubre 23

nosotros

No espero ni pido que nadie crea el extravagante pero sencillo relato que me dispongo a escribir. Loco estaría, de veras, si lo esperase, cuando mis sentidos rechazan su propia evidencia. Sin embargo, no estoy loco, y ciertamente no sueño. Pero mañana moriré, y hoy quiero aliviar mi alma. Mi propósito inmediato es presentar al mundo, clara, sucintamente y sin comentarios, una serie de episodios domésticos. Las consecuencias de estos episodios me han aterrorizado, me han torturado, me han destruido. Sin embargo, no trataré de interpretarlos. Para mí han significado poco; salvo el horror, a muchos les parecerán más barrocos que terribles. En el futuro, tal vez aparezca alguien cuya inteligencia reduzca mis fantasmas a lugares comunes, una inteligencia más tranquila, más lógica y mucho menos excitable que la mía, capaz de ver en las circunstancias, que detallo con temor, sólo una sucesión ordinaria de causas y efectos muy naturales, dice Poe al comienzo de “El gato negro”

habiamos escrito ... antes
de saber
quien eramos

nosotros

No espero ni pido que nadie crea el extravagante pero sencillo relato que me dispongo a escribir. Loco estaría, de veras, si lo esperase, cuando mis sentidos rechazan su propia evidencia. Sin embargo, no estoy loco, y ciertamente no sueño. Pero mañana moriré, y hoy quiero aliviar mi alma. Mi propósito inmediato es presentar al mundo, clara, sucintamente y sin comentarios, una serie de episodios domésticos. Las consecuencias de estos episodios me han aterrorizado, me han torturado, me han destruido. Sin embargo, no trataré de interpretarlos. Para mí han significado poco; salvo el horror, a muchos les parecerán más barrocos que terribles. En el futuro, tal vez aparezca alguien cuya inteligencia reduzca mis fantasmas a lugares comunes, una inteligencia más tranquila, más lógica y mucho menos excitable que la mía, capaz de ver en las circunstancias, que detallo con temor, sólo una sucesión ordinaria de causas y efectos muy naturales, dice Poe al comienzo de “El gato negro”

habiamos escrito ... antes
de saber
quien eramos

sábado, agosto 16

mirada polaca

AMOR

Cuatro ramas fulgurando - cuatro labios mordidos

yacen en sí mismos alimentados de silencio.

La madera viva siembra con sus hojas chispas

cubriendo las huellas que olfatea y sigue la bestia

Hemos llegado aquí enlazados sobre los hombros

nuestras manos son ajenas, los rostros próximos y lejanos,

y una sonrisa frágil como de agua aprisionada

que de pronto por los agujeros baja huyendo.

Caímos dentro del bosque perforados y aún nos hería la hierba

del cenegal; los cabellos chorreaban como sangre sobre los rostros;

en la oscuridad en nosotros deleitándose

hasta que pasamos de su garganta a sus intestinos.

Cuando queremos volver hacia la pared del horizonte

el cenegal se relame, chupa el cuerpo con el cual andamos;

gritamos pidiendo una mano;

nos cree el viento; acaso la noche.

Boguslaw Zurakowski (1939)


8383838383838383838383838383838383838


Si me permiten

vivir,

voy

a despejar las angustias

que brotan

del alba, del día

y la noche

sin almas, sin

fantasmas

absurdos

que golpean

las miradas.


son esos planos

del alma

los mágicos

números

del viento

que fue una

palabra.

lunes, agosto 11

visitante


si mi permiten

continuar

con las palabras..
e
s
t
e
e
s
p
a
c
i
o

no
será

un nudo
en mi retina.




solamente sombras

desde que navegamos

desde el alba

hasta
la

angustia.


-----------------------------------------

MUERTE DE NARCISO

Dánae teje el tiempo dorado por el Nilo
envolviendo los labios que pasaban
entre labios y vuelos desligados.
La mano o el labio o el pájaro nevaban.
Era el círculo en nieve que se abría.
Mano era sin sangre la seda que borraba
la perfección que muere de rodillas
y en su celo se esconde y se divierte.

Vertical desde el mármol no miraba
la frente que se abría en loto húmedo.
En chillido sin fin se abría la floresta
al airado redoble en flecha y muerte.
¿No se apresura tal vez su fría mirada
sobre la garza real y el frío tan débil
del poniente, grito que ayuda la fuga
del dormir, llama fría y lengua alfilereada?

Rostro absoluto, firmeza mentida del espejo.
El espejo se olvida del sonido y de la noche
y su puerta al cambiante pontífice entreabre
Máscara y río, grifo de los sueños.
Frío muerto y cabellera desterrada del aire
que le crea, del aire que le miente son
de vida arrastrada a la nube y a la abierta
boca negada en sangre que se mueve.

Ascendiendo en el pecho sólo blanda,
olvidada por un aliento que olvida y desentraña.
Olvidado papel, fresco agujero al corazón
saltante se apresura y la sonrisa al caracol.
La mano que por el aire líneas impulsaba
seca, sonrisas caminando por la nieve.
Ahora llevaba el oído al caracol, el caracol
enterrando firme oído en la seda del estanque.

Granizados toronjiles y ríos de velamen congelados,
aguardan la señal de una mustia hoja de oro,
alzada en espiral, sobre el otoño de aguas tan hirvientes.
Dócil rubí queda suspirando en su fuga ya ascendiendo.
Ya el otoño recorre las islas no cuidadas, guarnecidas
islas y aislada paloma muda entre dos hojas enterradas.
El río en la suma de sus ojos anunciaba
lo que pesa la luna en sus espaldas y el aliento que en halo convertía

Antorchas como peces, flaco garzón trabaja noche y cielo,
arco y cestillo y sierpes encendidos, carámbano y lebrel.
Pluma morada, no mojada, pez mirándome, sepulcro.
Ecuestres faisanes ya no advierten mano sin eco, pulso desdoblado:
los dedos en inmóvil calendario y el hastío en su trono cejijunto.
Lenta se forma ola en la marmórea cavidad que mira
por espaldas que nunca me preguntan, en veneno
que nunca se pervierte y en su escudo ni potros ni faisanes.

Como se derrama la ausencia en la flecha que se aísla
y como la fresa respira hilando su cristal,
así el otoño que en su labio muere, así el granizo
en blando espejo destroza la mirada que le ciñe,
que le miente la pluma por los labios, laberinto y halago
le recorre junto a la fuente que humedece el sueño.
La ausencia, el espejo ya en el cabello que en la playa
extiende y el aislado cabello pregunta y se divierte.

Fronda leve vierte la ascensión que asume.
¿No es la curva corintia traición de confitados mirabeles,
que el espejo reúne o navega, ciego desterrado?
Ya sólo cae el pájaro, la mano que la cárcel mueve,
los dioses hundidos entre la piedra, el carbunclo y la doncella.
Si la ausencia pregunta con la nieve desmayada,
forma en la pluma, no círculos que la pulpa abandona sumergida.

Triste recorre - curva ceñida en ceniciento airón -
el espacio que manos desalojan, timbre ausente
y avivado azafrán, tiernos redobles sus extremos.
Convocados se agitan los durmientes, fruncen las olas
batiendo en torno de ajedrez dormido, su insepulta tiara.
Su insepulta madera blanda el frío pico del hirviente cisne.
Reluce muelle: falsos diamantes; pluma cambiante: terso atlas.
Verdes chillidos: juegan las olas, blanda muerte el relámpago en sus venas.

Ahogadas cintas mudo el labio las ofrece.
Orientales cestillos cuelan agua de luna.
Los más dormidos son los que más se apresuran,
se entierran, pluma en el grito, silbo enmascarado, entre frentes y garfios.
Estirado mármol como un río que recurva o aprisiona
los labios destrozados, pero los ciegos no oscilan.
Espirales de heroicos tenores caen en el pecho de una paloma
y allí se agitan hasta relucir como flechas en su abrigo de noche.

Una flecha destaca, una espalda se ausenta.
Relámpago es violeta si alfiler en la nieve y terco rostro.
Tierra húmeda ascendiendo hasta el rostro, flecha cerrada.
Polvos de luna y húmeda tierra, el perfil desgajado en la nube que es espejo.
Frescas las valvas de la noche y límite airado de las conchas
en su cárcel sin sed se destacan los brazos,
no preguntan corales en estrías de abejas y en secretos
confusos despiertan recordando curvos brazos y engaste de la frente.

Desde ayer las preguntas se divierten o se cierran
al impulso de frutos polvorosos o de islas donde acampan
los tesoros que la rabia esparce, adula o reconviene.
Los donceles trabajan en las nueces y el surtidor de frente a su sonido
en la llama fabrica sus raíces y su mansión de gritos soterrados.
Si se aleja, recta abeja, el espejo destroza el río mudo.
Si se hunde, media sirena al fuego, las hilachas que surcan el invierno
tejen blanco cuerpo en preguntas de estatua polvorienta.

Cuerpo del sonido el enjambre que mudos pinos claman,
despertando el oleaje en lisas llamaradas y vuelos sosegados,
guiados por la paloma que sin ojos chilla,
que sin clavel la frente espejo es de ondas, no recuerdos.
Van reuniendo en ojos, hilando en el clavel no siempre ardido
el abismo de nieve alquitarada o gimiendo en el cielo apuntalado.
Los corceles si nieve o si cobre guiados por miradas la súplica
destilan o más firmes recurvan a la mudez primera ya sin cielo.

La nieve que en los sistros no penetra, arguye
en hojas, recta destroza vidrio en el oído,
nidos blancos, en su centro ya encienden tibios los corales,
huidos los donceles en sus ciervos de hastío, en sus bosques rosados.
Convierten si coral y doncel rizo las voces, nieve los caminos,
donde el cuerpo sonoro se mece con los pinos, delgado cabecea.
Mas esforzado pino, ya columna de humo tan aguado
que canario es su aguja y surtidor en viento desrizado.

Narciso, Narciso. Las astas del ciervo asesinado
son peces, son llamas, son flautas, son dedos mordisqueados.
Narciso, Narciso. Los cabellos guiando florentinos reptan perfiles,
labios sus rutas, llamas tristes las olas mordiendo sus caderas.
Pez del frío verde el aire en el espejo sin estrías, racimo de palomas
ocultas en la garganta muerta: hija de la flecha y de los cisnes.
Garza divaga, concha en la ola, nube en el desgaire,
espuma colgaba de los ojos, gota marmórea y dulce plinto no ofreciendo.

Chillido frutados en la nieve, el secreto en geranio convertido.
La blancura seda es ascendiendo en labio derramada,
abre un olvido en las islas, espada y pestañas vienen
a entregar el sueño, a rendir espejo en litoral de tierra y roca impura.
Húmedos labios no en la concha que busca recto hilo,
esclavos del perfil y del velamen secos el aire muerden
al tornasol que cambia su sonido en rubio tornasol de cal salada
busca en lo rubio espejo de la muerte, concha del sonido.
Si atraviesa el espejo hierven las aguas que agitan el oído.
Si se sienta en su borde o en su frente el centurión pulsa en su costado.
Si declama penetran en la mirada y se fruncen las letras en el sueño.
Ola de aire envuelve secreto albino, piel arponeada,
que coloreado espejo sombra es de recuerdo y minuto del silencio.
Ya traspasa blancura recto sinfín en llamas secas y hojas lloviznadas.
Chorro de abejas increadas muerden la estela, pídenle el costado.
Así el espejo averiguó callado, así Narciso en pleamar fugó sin alas.

AH, QUE TÚ ESCAPES

Ah, que tú escapes en el instante
en el que ya habías alcanzado tu definición mejor.
Ah, mi amiga, que tú no quieras creer
las preguntas de esa estrella recién cortada,
que va mojando sus puntas en otra estrella enemiga.

Ah, si pudiera ser cierto que a la hora del baño,
cuando en una misma agua discursiva
se bañan el inmóvil paisaje y los animales más finos:
antílopes, serpientes de pasos breves, de pasos evaporados
parecen entre sueños, sin ansias levantar
los más extensos cabellos y el agua más recordada.
Ah, mi amiga, si en el puro mármol de los adioses
hubieras dejado la estatua que nos podía acompañar,
pues el viento, el viento gracioso,
se extiende como un gato para dejarse definir.


BRILLANDO OSCURA LA MÁS SECRETA PIEL CONFORME...

Brillando oscura la más secreta piel conforme
a las prolijas plumas descaradas en ruido
lento o en playa informe, mustio su oído
doblado al viento que le crea deforme.

Perfilada de acentos que le burlan movedizos
el inútil acierto en sobria gruta confundido grita,
jocosa llamarada -nácar, piel, cabellos- extralimita
el borde lloviznado en que nadan soñolientos rizos.

¿Te basta el aire que va picando el aire?
El aire por parado, ya por frío, destrenza tus miradas
por el aire en cintas muertas, pasan encaramadas
porfías soplando la punta de los dedos al desgaire.

El tumulto dorado -recelosa su voz- recorre por la nieve
el dulce morir despierto que emblanquece al sujeto cognoscente.
Su agria confesión redorada dobla o estalla el más breve
marfil; ondulante de párpados rociados al dulzor de la frente.

Ceñido arco, cejijunto olvido, recelosa fuente halago.
Luz sin diamante detiene al ciervo en la pupila,
que vuela como papel de nieve entre el peine y el lago.
Entre verdes estambres su dardo el oído destila.

Cazadora ceñida que despierta sin voz, más dormidos metales,
más doblados los ecos. Se arrastra leve escarcha olvidada
en la líquida noche en que acampan sus dormidos cristales,
luz sin diamante al cielo del destierro y la ofrenda deseada.

El piano vuelve a sonar para los fantasmas sentados
al borde del espacio dejado por una ola entre doble sonrisa.
La hoja electrizada o lo que muere como flamencos pinchados
sobre un pie de amatista en la siesta se desdobla o se irisa.

No hay más que párpados suaves o entre nubes su agonía desnuda

Desnudo el mármol su memoria confiesa o deslíe la flor de los timbres,
mármol heridor, flor de la garganta en su sed ya
despunta o se rinde en acabado estilo de volante dolor.

Oh si ya entre relámpagos y lebreles tu lengua se acrecienta
y tu espada nueva con nervios de sal se humedece o se arroba.
Es posible que la lluvia me añore o entre nieves el dolor no se sienta
si el alcohol centellea y el canario sobre el mármol se dora.
El aire en el oído se muere sin recordar
el afán de enrojecer las conchas que tienen las hilanderas.
Al atravesar el río, el jazmín o el diamante, tenemos que llorar
para que los gusanos nieven o mueran en dos largas esperas.

José Lezama Lima

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lunes, abril 7

a veces es tan dificil......

“El confíteor del artista”

“¡Cuán penetrantes los finales de los días de otoño! Penetrantes, ¡ay!, hasta el color, que existen deliciosas sensaciones en las que lo difuso no está reñido con lo intenso; y no hay punta más aguda que la del Infinito.
Inmensa fruición la de anegar la mirada en la inmensidad del cielo y de la mar. Soledad, silencio, incomparable pureza del azul; en el horizonte una vela diminuta, temblorosa, que en su pequeñez y en su aislamiento remeda mi existencia irremediable; melodía monótona del oleaje, todas estas cosas piensan por mí, o yo pienso por ellas, que, en la magnitud del ensueño, en breve el yo se desvanece; piensa, digo, pero de un modo musical, pintoresco, sin argucias, sin silogismos, sin deducciones.
Y, no obstante, estos pensamientos, ya broten en mí o surjan de las cosas, se tornan pronto extremadamente intensos. La energía, en el placer, produce un malestar y un sufrimiento positivo. Mis nervios, tensos en exceso, sólo producen vibraciones chirriantes y dolorosas.
Y, ahora, la elevación del cielo me consterna; su limpidez me exaspera. La insensibilidad del mar, la inmutabilidad del espectáculo me sublevan … ¡Ah! ¿Es preciso sufrir eternamente, o huir eternamente de lo bello? Naturaleza, hechicera despiadada, rival siempre victoriosa, déjame. ¡No tienes por más tiempo mis deseos ni mi orgullo! La aplicación a lo bello es un duelo en el que el artista grita de espanto antes de ser vencido”.
Baudelaire

miércoles, marzo 12

las palabras del navegante

DE "AGUAS Y TIERRAS":


Antiguo invierno

Deseo de tus manos claras
en la penumbra de la llama:
sabían a roble ya rosas,
a muerte. Antiguo invierno.

Buscaban el mijo los pájaros
y enseguida eran de nieve;
e igual las palabras.
Un poco de sol, un estrellón de ángel,
y luego la niebla; y los árboles,
y nosotros hechos de aire en la mañana.

* * * * *

LAMENTO POR EL SUR

La luna roja, el viento, tu color
de mujer del Norte, la llanura de nieve...
Mi corazón está ya en estas praderas,
en estas aguas anubladas por la niebla.
He olvidado el mar, la grave
caracola que soplan los pastores sicilianos,
las cantilenas de los carros a lo largo de los caminos
donde el algarrobo tiembla en el humo de los rastrojos,
he olvidado el paso de las garzas y las grullas
en el aire de las verdes altiplanicies
por las tierras y los ríos de Lombardía.
Pero el hombre grita en cualquier parte la suerte de una patria.
Ya nadie me llevará al sur.

Oh, el Sur está cansado de arrastrar muertos
a la orilla de las ciénagas de malaria,
está cansado de soledad, cansado de cadenas,
está cansado en su boca
de las blasfemias de todas las razas
que han gritado muerte con el eco de sus pozos,
que han bebido la sangre de su corazón.
Por eso sus hijos vuelven a los montes,
sujetan los caballos bajo mantas de estrellas,
comen flores de acacia a lo largo de las pistas
nuevamente rojas, aun rojas, aun rojas.
Ya nadie me llevará al Sur .

Y esta tarde cargada de invierno
es aún nuestra, y aquí te repito
mi absurdo contrapunto
de dulzuras y furores,
un lamento de amor sin amor.

Versión de Carlo Fabretti

* * * * *

También se aleja mi compañía

También se aleja mi compañía,
mujeres de ghetto, juglares de taberna,
entre los que pasé tanto tiempo,
y está muerta la joven
de ardiente rostro perenne
untado de aceite de la masa ácima
y oscura carne de hebrea.

Tal vez haya cambiado también mi tristeza,
como si yo fuese no mío,
por mí mismo olvidado.

* * * * *

Tú llamas una vida

Fatiga de amor, tristeza,
tú llamas una vida
que dentro, profunda, tiene nombres
de cielos y jardines.

Y fuese mi carne
lo que el don del mal transforma.


Salvatore Quasimodo (poeta italiano)

un poeta.





























reducido a las sombras.
ese ser el que pretendo ser.

viernes, febrero 29

"Insinuación al Silencio" by a. álvarez

En pasado 13 de febrero, salio a la luz mi primer libro como "poeta" esa palabra q nos sumergue a los abismos del tiempo, escapando al infierno mental cada instante, ser el poeta es una concepción ideada por los que ven en el verso y la rima un juego lúdico, otros creemos en la palabra como instrumento de un alma atormentada, visiones de media noche ( o medio día), despersonalizaciones del instinto.

En fin, el poemario titula "Insinuación al Silencio" publicado con mi seudónimo amílcar álvarez, el "señor" álvarez apasionado cultivador de los espacios sombrios del alma agradece a las personas q posibilitaron su presencia en el mundo de las letras (informales).

No me compete publicar en este blog poemas de la insinuación al silencio, solo anoticiarlo, la tarea poética en este caso cae bajo el brillo de la vanidad...

Otra vida se concibe en las palabras dispersas de los amantes del silencio.

lunes, enero 28

hoy desperte...

mientras
tanto
las palabras
se acumulan

no escapan
se detiene
en mi mente
atormentando
los recuerdos
imágenes
pasiones
vitalidad
no entiende
nadie

si existe
el tiempo
si existe
el momento

nada
es concebido
para curar
el dolor
del cuerpo
muerto

así cantaba
el muro

noche
de espacios

palabras
de alguien
en el desierto

..........................

si desean
pueden
borrar
el "nombre"
del
viajero

soy deudor
del mi
tiempo.


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1

El pagano adornó con la vida sarcófagos y urnas:

los faunos bailan alrededor; forman un grupo estridente

con el coro de bacantes; al soplar el cuerno sonoro,

el de la pata de cabra emite un sonido tosco.

Címbalos, tambores suenan; vemos y oímos el mármol.

¡Un revuelo de pájaros, qué bien le sabe al pico la fruta!

No los espanta ruido alguno, mucho menos espanta a Amor,

que disfruta de la antorcha entre la variada multitud.

Así somete la exuberancia a la muerte; y las cenizas de dentro

parecen, en la región silenciosa, disfrutar todavía de la vida.

Así, este libro que colmó de vida en abundancia

envuelve el sarcófago del poeta.


5

Acostado en la góndola pasaba entre los barcos

del Gran Canal, muchos de ellos cargados

con diversa mercancía para nuestras necesidades:

trigo, vinos y verdura, leños, así como arbustos ligeros.

Pasamos por en medio de los barcos

veloces como una flecha;

entonces un laurel perdido me rozó bruscamente las mejillas.

Yo exclamé: Dafne (4): ¿me hieres?

Más bien hubiera esperado una recompensa.

La ninfa susurró sonriendo:

los poetas no pecan mortalmente. La pena es leve.

¡Adelante!

30

He ensayado muchas cosas: dibujo, grabado en cobre,

pintura en óleo; he impreso también en arcilla varias figuras,

pero he sido inconstante, y nada aprendí ni llevé a cabo.

En un solo talento casi alcancé la perfección:

escribir en alemán. Y así echo a perder yo, desventurado poeta,

en el peor material, por desgracia vida y arte.

34a

Dioses, con frecuencia se declaran amigos del poeta.

Y le dan lo que precisa. No necesita grandes cosas, pero sí algunas.

En primer lugar una habitación acogedora, luego una comida

aceptable,

algo bueno para beber; el alemán entiende, como vosotros, del

néctar.

Una vestimenta decorosa y amigos para hablar con confianza,

por la noche una mujer amada que anhele de corazón estar con él.

Estas cinco cosas naturales las deseo antes que nada.

Denme además idiomas antiguos y nuevos,

para escuchar lo que hacen los pueblos y conocer su historia,

vuélvanme sensible a sus creaciones artísticas.

Denme prestigio ante el pueblo, influencia ante los poderosos.

Y todo lo que al ser humano le parece conveniente.

Les doy las gracias, Dioses: han formado al más feliz

de los hombres, puesto que de estas cosas me concedieron

una gran parte.

34b

Entre los príncipes de Alemania, el mío (11) es pequeño.

Su país es limitado y estrecho, apenas puede hacer algunas cosas.

Pero si cada uno aplicara su fuerza hacia adentro, hacia afuera,

qué gozo sería ser alemán entre alemanes.

Pero ¿por qué lo elogias?, sus obras y hechos lo pregonan.

Tu admiración puede parecer tal vez soborno.

Me ha dado lo que los Grandes raras veces conceden:

afecto, ocio, confianza, campos y jardín y casa.

A nadie le debo nada, sólo a él, y le debo mucho

porque, como poeta, yo entendía muy poco de ganancias.

¿Europa me ha elogiado? ¿Y qué me ha dado Europa?

Nada. He pagado muy caro mis poemas.

Alemania me imitó. Y Francia quería leerme.

Inglaterra recibió gentil al huésped trastornado.

¿De qué me sirve que incluso el chino pinte

sobre el cristal con mano temerosa a Werther y Lotte?

Ningún emperador preguntó jamás por mí, ningún rey

me hizo caso. Y sólo él fue mi Augusto y mi mecenas.

41

Brueghel confunde, demoníaco y sombrío,

la mirada indecisa, y entrelaza figuras

con una turbia arbitrariedad.

Durero trastorna también nuestro sano cerebro

con cuadros apocalípticos: personas y al mismo tiempo quimeras.

El poeta despierta gran curiosidad en el oído asombrado,

cantando esfinges, sirenas y centauros.

El sueño conmueve al hombre preocupado

cuando cree atrapar algo y avanzar,

pero todo transita inconstante.

De igual modo nos confunde Bettina contemplando

sus dulces miembros; pero nos llena de alegría

cuando camina con pie firme.

47

"¿Qué locura padeces, holgazán? ¿Por qué no te detienes?

¿Vas a hablar en todo el libro de esta joven?

¿Por qué no entonas un canto más sensato?"

Espera, cuando comprenda su oficio mejor que ahora,

cantaré a los reyes, a los grandes de esta tierra,

mientras tanto le escribo a Bettina; impostores y poetas

se parecen mucho, les gusta buscarse y encontrarse.


Johann Wolfgang von Goethe
Epigramas
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