AMOR
Cuatro ramas fulgurando - cuatro labios mordidos
yacen en sí mismos alimentados de silencio.
La madera viva siembra con sus hojas chispas
cubriendo las huellas que olfatea y sigue la bestia
Hemos llegado aquí enlazados sobre los hombros
nuestras manos son ajenas, los rostros próximos y lejanos,
y una sonrisa frágil como de agua aprisionada
que de pronto por los agujeros baja huyendo.
Caímos dentro del bosque perforados y aún nos hería la hierba
del cenegal; los cabellos chorreaban como sangre sobre los rostros;
en la oscuridad en nosotros deleitándose
hasta que pasamos de su garganta a sus intestinos.
Cuando queremos volver hacia la pared del horizonte
el cenegal se relame, chupa el cuerpo con el cual andamos;
gritamos pidiendo una mano;
nos cree el viento; acaso la noche.
Boguslaw Zurakowski (1939)
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Si me permiten
vivir,
voy
a despejar las angustias
que brotan
del alba, del día
y la noche
sin almas, sin
fantasmas
absurdos
que golpean
las miradas.
son esos planos
del alma
los mágicos
números
del viento
que fue una
palabra.
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